1.1.Recarga convencional.
Es la forma más sencilla de recarga. Aplica niveles de
potencia que implican una carga con una duración de unas 8 horas
aproximadamente. La carga convencional monofásica emplea la intensidad y
voltaje eléctricos del mismo nivel que la propia vivienda, es decir, 16
amperios y 230 voltios. Esto implica que la potencia eléctrica que puede
entregar el punto para este tipo de cargas es de aproximadamente 3,7 kW.
Esta solución es óptima, fundamentalmente, para
recargar el vehículo eléctrico durante la noche en un garaje de una vivienda unifamiliar
o garaje comunitario. Es un proceso relativamente sencillo si se compara con
otros tipos de recarga, además de seguro por el nivel de tensiones a las que se
trabaja.
Para conseguir que el vehículo eléctrico sea una
realidad, y teniendo en cuenta el sistema eléctrico actual, la recarga óptima
desde el punto de vista de eficiencia energética es realizar este tipo de
recarga durante el período nocturno, que es cuando menos demanda energética
existe. Aunque existe la posibilidad de incluir reguladores eléctricos
inteligentes, estos reguladores con una serie de parámetros introducidos por el
usuario y las limitaciones de la red decidirían el punto optimo de recarga.
Por último remarcar que este tipo de recarga es viable
para todas las tecnologías de baterías del mercado actual. Sin embargo con este
estilo de recarga no se puede verter energía del vehículo a la red, como si es
posible en otros tipos.
1.2.Recarga semi-rápida.
La recarga semi-rápida aplica niveles de potencia que implican una
carga con una duración de unas 4 horas aproximadamente. La carga semi-rápida
por lo general emplea 32 amperios de intensidad y 230 V en alterna monofásica. Aunque
puede conllevar voltajes en alterna monofásica de 220 a 240 V e intensidades de
30 a 80A y se adapta a la mayoría de tecnologías de baterías, pero si aplicamos
altas corrientes puede conllevar calentamiento o incendios en determinadas
tecnologías.
Estos sistemas están pensados para recarga de
vehículos en viviendas. Para que esto sea posible, la instalación de la
vivienda tiene que ser adecuada con electrónica de potencia y un hardware de
control si se emplean niveles altos de intensidad (60 u 80 A). A estos niveles
elevados de intensidad los sistemas pueden ser utilizados para verter energía
desde el vehículo a la red.
1.3.Recarga rápida.
La carga rápida emplea una intensidad eléctrica
superior a 600A a unos 400V y, además, entrega la energía en corriente
continua, obteniéndose una potencia de salida del orden de 50kW, lo que supone
una recarga del 65% de la batería en 15 minutos.
Esta solución es la que, desde el punto de vista del
cliente, se asemeja a sus hábitos actuales de repostaje con un vehículo de
combustión. Más que una carga, se debe concebir como extensión de autonomía o
cargas de conveniencia.
Las exigencias a nivel eléctrico son mayores que en la
recarga convencional. Lo que puede implicar la necesidad de adecuación de la
red eléctrica existente. Por poner una referencia, la potencia requerida para
este tipo de instalaciones es comparable a la de un edificio de 15 viviendas, por
lo que no se pueden instalar en las viviendas de los usuarios y se tendría que
instalar en ciertas zonas de la ciudad o aéreas de servicio. Además su
instalación requiere una gran inversión inicial, tanto en colocación como en la
adecuación de la red eléctrica aguas arriba.
Por otro lado hay que tener en cuenta la opinión de
los fabricantes de baterías, ya que no es seguro que estos acepten esta
tecnología como modo de carga. Por el momento esta tecnología está aún muy
verde y ya han surgido los primeros debates sobre su seguridad.
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